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De profesión mujer

  • Lorea Reyes
  • 15 ene 2017
  • 2 Min. de lectura

Las mujeres son el rostro de la esclavitud moderna. Consideradas débiles por un gran sector machista de la sociedad, la teoría de la inferioridad sí se lleva a la práctica. A día de hoy, la igualdad sigue siendo una utopía.

Hace 16 años que la periodista Jineth Bedoya fue secuestrada, torturada y violada por tres paramilitares cuando iba a realizar una entrevista a un colega de éstos en Colombia. Su condición de mujer y de periodista la convirtió en el blanco idóneo para este grupo de individuos. La entrevista no pudo realizarse puesto que estuvo retenida 19 horas. Su vida personal también se truncó en ese momento.

Maria Schneider, protagonista de El último tango en París, fue víctima de un boicot contra su profesión por ser mujer. Grabaron una escena de violación que Schneider no conocía porque el director quería que “su reacción fuera la de una chica, no la de una actriz”. Quebrantaron los derechos de la mujer y quedaron impunes. La imagen simbólica de esa película fue la mantequilla y no una mujer violada.

Madonna, en su discurso de los Premios Billboard Women in Music, contó cómo en su trayectoria profesional ha tenido que superar los baches del sexismo, la misoginia y el abuso en la industria musical. “Sé lo que el hombre quiere que seas”, resumió la artista femenina de pop más famosa.

Ellas son tres personas con reputación de uno de los continentes autoproclamados más desarrollados del mundo, pero en el que la brecha por sexos sigue muy presente. El machismo está en cualquier profesión, en algunos casos más obviado que en otros. Así, el sexo determina el tratamiento posterior. Las mujeres están expuestas a mayores riesgos que los varones. Porque esos riesgos para las mujeres son los propios hombres que se representa a través de hechos más superficiales como el salario, el puesto de dirigente o de secretaría. Otras veces, se plasma en la propia agresión física, como el caso de Bedoya, quien necesita el respaldo de escoltas por nuevas amenazas, o de Schneider.

El machismo se ha convertido en el opio del pueblo fruto de una sociedad en la que, cada vez más, el rol chica-chico está más presente. Mientras los hombres se hacen los amos, a las mujeres les toca ver cómo se convierten en víctimas modernas del machismo.

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